Maracana-1950

27 de julio de 2006

Apuntes de verano

Ver últimamente el telediario es más que nunca una actividad angustiante. A los que defienden la actitud de Israel como “legítima defensa”, me gustaría verles en la situación de los palestinos, humillados como no se puede más, expulsados, destruidos. Mientras continúa el conflicto con el Líbano, Gaza sigue masacrada.
Esto lo escribo porque me gustaría mover conciencias, pero…

Este blog es de deportes, así que toca cambiar de tema. He pensado que no sólo escribiré de fútbol, ya que ahora hay poquita actualidad. Hay que ampliar horizontes.

Se acerca el mundial de baloncesto, ¿Este sí será maravilloso? Mi primer recuerdo de este deporte es el mejor, mundial de Cali en Colombia, victoria sobre Estados Unidos, partidazos… Quedamos cuartos, tras perder creo que contra Yugoslavia. Lo seguí por la radio, en la terraza del apartamento al lado de la playa en que me encontraba con mi familia aquél verano. O aún no televisaban los mundiales de baloncesto o no teníamos tele allí.
Por cierto, creo que está convocado Marc Gasol. Me ha sorprendido mucho, porque nunca me ha llamado la atención su juego, pero yo no soy un especialista en baloncesto y Pepu Hernández a mí me parece un entrenador competente.

¿Por qué siempre empiezan los telediarios las noticias de fútbol con el Real Madrid? Ahora el campeón de Liga y de Europa es otro, y merecería abrir el capítulo deportivo. Es verdad que el equipo de la capital está en fase de fichajes, pero el Barcelona también, y es cierto que ha habido elecciones, pero en el Barsa las va a haber. De las promesas electorales de Ramón Calderón de momento nada. Cesc dijo no, Kaká dice no, y de Robben ni se habla. Cannavaro es un gran fichaje, pero puede llegarle algo tarde, ya es mayor, supongo que un par de años buenos si que dará.

Vuelven los jugadores de la selección española de fútbol a nuestro país, y se reincorporan a las concentraciones de sus equipos. A ningún periodista le da por preguntarles como encajaron durante las vacaciones la temprana eliminación del mundial, si la han asimilado, o si creen que hubo errores, para tratar de que no se repitan. A nadie le importa ya aquello. Durante un mes los periodistas montan el pollo, para vender, y luego se olvidan inmediatamente y a otra cosa. Es la sociedad a la que nos empujan, aquella en la que ayer no importa, sólo vale lo que puedas vender hoy. No me gusta esa manera de ver las cosas.

España es finalista del Europeo Sub 19 de fútbol. Con una facilidad asombrosa parece. Esos jugadores deberían ser cuidados, seguidos, mimados por los responsables de nuestro fútbol, para que ese éxito no se quedara en nada el día de mañana.

También España se ha proclamado por cuarta vez consecutiva campeona de Europa de Hockey sobre patines, deporte con escasísima repercusión en nuestro país. Algún recorte minúsculo en los periódicos, y apenas nada en la televisión. De hecho la vez que más oí hablar de Hockey fue cuando la polémica de si Cataluña quería competir independiente de España. Tengo claro que a este país este deporte no le interesa en absoluto.


En el momento en que escribo esto Landis es sospechoso de doping en el Tour. Dicen que habría dado positivo en la etapa en la que hizo la remontada espectacular, con la ayuda del CSC. Desde luego sorprendía verle pedalear así veinticuatro horas después de estar tan hundido. No sé si una recuperación así es posible en el deporte profesional, ojalá finalmente no se trate de él, pero desde luego su equipo, el Phonak, no tiene los mejores antecedentes.

2 Comments:

At 29 julio, 2006 17:31, Blogger JuanCarlos said...

Lo que me parece fuerte del pueblo de Israel es que la más mínima crítica a su delirante actuación militar en el Libano es consirerada como un acto de antisemitismo. Encima van de victimas. No soy ningún experto para saber que es lo que esta pasando en Oriente Medio pero estos no son unos santos.

 
At 09 agosto, 2006 11:26, Anonymous Anónimo said...

Los europeos empujamos a los judíos a que se fueran lejos. Éstos querían un pedazo de tierra para crecer y hacerse fuertes, y por intereses convino que fuera en medio de los países árabes. Había un problema y es que allí estaban los palestinos. No fue difícil, pero si inhumano, expulsarles en la guerra de la independencia de 1948. Los judíos hicieron florecer aquel desierto y eso alimentó el espíritu de los sionistas.

Decenas de años después, los descendientes de aquellos palestinos siguen refugiados en varios países, y la inmensa mayoría malviven en Gaza y Cisjordania. El odio entre judíos y palestinos es infinito, y la paz parece imposible.

Desde un punto de vista teórico y por extraño que parezca casi todos los analistas políticos coinciden en que la solución del conflicto es sencilla y viable para las dos comunidades: crear un estado palestino, volviendo a las fronteras anteriores a la guerra de 1967, y un reparto equitativo de la ciudad santa, Jerusalén. La idea de un solo estado binacional laico donde convivan los dos pueblos es más ilusoria.

Sin embargo, en la práctica, cada vez que hay un acercamiento en las posturas, los radicales de ambos bandos dinamitan el proceso. Se avanzó hacia la paz en Oslo (1993), pero los ultraortodoxos sabían lo que se hacían cuando mataron al laborista Rabin. Con el Likid y Netanyahu (una especie de Sharon en malo, si eso es posible), en el poder, la situación se estancó a peor. Después vino otro laborista, Ehud Barak, y volvió a atisbarse el final del conflicto (reuniones con Clinton en Camp David, Taba), pero a Arafat le dio vértigo, tuvo miedo de Hamás, y finalmente no se atrevió a firmar, en una ocasión histórica, donde los israelíes ofrecieron las mayores concesiones que han hecho nunca. Luego ya se sabe lo que sucedió, volvió a vencer el Likud, la derecha más ciega, esta vez liderada por Ariel Sharon, con acreditada experiencia criminal a sus espaldas, y el cual ya había afirmado antes que no respetaría ningún acuerdo de paz al que se llegase. Su máxima en la vida, “todos los palestinos son unos terroristas”, no parecía el mejor aval. Ahora agoniza, y le sustituye un tipo con pinta de buena persona, Ehud Olmert, que con los hechos desmiente continuamente esa primera impresión.

Pero en un tema tan complejo no vale decir “estos son los buenos y estos otros los malos”, aunque sea tan evidente que el poderoso esté abusando de su fuerza. Me gustaría reseñar otros asuntos colaterales: los medios de comunicación norteamericanos, no sé si presionados por el lobby judío o por otros intereses, sólo sacan imágenes de los israelíes que mueren, ignorando los ataques con los que sistemáticamente se machaca a los territorios ocupados. No es la mejor manera de que la opinión pública se haga una opinión real. Por otro lado, el primer ministro iraní niega el holocausto, y cada vez que habla da miedo oírle. Y junto con Siria, alimentan a Hezbolá, la guerrilla libanesa, para que ataque a Israel. Las consecuencias han sido inmediatas: Líbano, un país en vías de modernización y posiblemente en el mejor momento de su historia, ha sido destrozado y enviado treinta años atrás en el tiempo. Y la ONU, en su papel patético de los últimos años, demostrando que a día de hoy no vale para nada. EL hecho de que un solo miembro permanente puede vetar cualquier intento de resolución se ha vuelto contra la propia institución. Una medida hecha para evitar problemas al final los crea.

Finalmente, creo que en toda esta problemática, por encima de todo, hay un pueblo, el palestino, primero expulsado y después humillado, por Israel y por la comunidad internacional. No les han dejado otra opción más que votar a Hamás, y no lo hacen porque les guste el terrorismo que practican, sino porque están hartos de la corrupción reinante en la Autoridad Nacional Palestina. Y porque Hamás, aparte de ser una organización terrorista, tiene su lado social: les abre escuelas y hospitales, y les reconstruye las casas tras el paso de los tanques israelíes. No debería resultarnos tan difícil ponernos en su lugar, y quien no se sienta capaz, le animo a que investigue la situación de los refugiados de Hebrón, ciudad cercana a Jerusalén, donde en el colmo de lo inadmisible, quinientos colonos someten a todo tipo de vejaciones a los refugiados, pegando palizas a los niños, y echando encima de sus casas restos de excrementos. Todo eso ante la sonrisa de los soldados israelíes que vigilan la zona, y ante la indiferencia o impotencia, entre otros, de los europeos, tan expertos en generar problemas y luego en lavarnos las manos. Y si no, miren a Inglaterra.

 

Publicar un comentario

<< Home