Arde la Liga

El desenlace de esta Liga es imprevisible. El Barcelona parece incapaz de hacer el último esfuerzo que le de el título. Últimamente, y en general a lo largo de toda la temporada, mezcla buen fútbol, normalmente en casa, con partidos en los que no es capaz de superar contrariedades. Éstos suelen ser ocurrir fuera, y ante rivales de cierta entidad. Le marcan y baja los brazos. Hasta el gol de Pires el dominio era azulgrana, pero sin culminar en gol. Puede ser que eche de menos a Larsson.

Así que el Real Madrid gana opciones. Venció el sábado al Valencia en un partido muy táctico, propio de entrenadores defensivos. Los blancos estuvieron a gusto los noventa minutos, y sólo las galopadas de Joaquín parecieron descentrarle. Pero la maldición de lesiones de los valencianistas no cesa, y el del Puerto cayó en el mejor momento de su equipo, con empate a uno. Más o menos en ese momento salió Beckham, cuyos centros medidos son el mejor antídoto contra Cañizares, al que le cuesta un mundo moverse de la línea de gol. En un de ellos llegó el segundo tanto madridista, que seguramente hizo justicia. Esto es lo máximo que puede ofrecer el Madrid de Capello, pero podría llegarle para ser campeón. Contra el Sevilla dentro de dos semanas se juega media Liga.

A los de Juande aún les queda fuelle para meterle cuatro al Athletic. Les quedan doce partidos para ganarlo todo. El entrenador sevillista ha arriesgado mucho al no tirar ninguna competición, y a la gente que apuesta así de fuerte hay que alabarla, sobre todo porque no abunda. Zaragoza y Recre siguen mirando a Europa.
En tierra de nadie, pero con problemas internos está el Deportivo de La Coruña. Haría mal su afición en desmerecer a Caparrós, que está exprimiendo al máximo a una plantilla bastante discreta.
En la zona de abajo sigue la lucha. El Mallorca certificó la permanencia tras ganar por sexta vez consecutiva en casa. Osasuna sigue coqueteando con el descenso mientras arrasa en Europa, el Celta de Stoichkov no pasó la primera prueba fuera de Balaídos, y la Real Sociedad volvió a dar otro pasito, esta vez a costa de un Atlético incapaz de ejercer de equipo serio. Levante y Betis claman contra los árbitros, esta vez con razón, y el Nástic ya se asoma al abismo, y es que con la ventaja que dio no le llega con ganar sólo los partidos de casa.

Fuera de nuestro país, el Inter ya es campeón en Italia, tras su victoria de ayer y la derrota de la Roma. Por cierto que Ronaldo metió dos chicharros más. Ha sido un campeonato descafeinado, tras un año turbulento por escándalos y sanciones. En Inglaterra se mantienen los tres puntos entre Manchester y Chelsea, los de Mourinho no supieron aprovechar el pinchazo del United el sábado en Old Trafford ante el Middlesbrough. Sólo quedan cuatro jornadas, y entre medias un duelo entre los dos aspirantes. Pero la Champions descentra a cualquiera, sobre todo a estas alturas. Y mañana en Milán tenemos el primer plato. Celtic, Lyon y Olympiakos se han proclamando campeones de sus respectivas ligas.
Los azulgranas de Buenos Aires parecen más fiables que los de aquí, ayer San Lorenzo derrotó con apuros en Mendoza al Godoy Cruz, y mantiene los dos puntos de ventaja sobre Boca. Estudiantes se llevó el derby de La Plata.

En tenis Nadal volvió a amargarle un poco la vida a Federer. El suizo, cuya única gran motivación puede ser ya vencer al menorquín en tierra (lo demás lo ha hecho ya, y varias veces), comenzó bien, y a punto estuvo de romperle el servicio al español en el octavo juego. No lo hizo, y en el siguiente lo perdió él. Desde entonces ya no fue el mismo. Si quiere ganarle en Roland Garros tendrá que prepararse mentalmente para superar adversidades. Tenis le sobra, pero Nadal le gana psicológicamente, al menos en esta superficie. El torneo por lo demás deparó unos cuantos buenos partidos de Ferrero, que de vez en cuando nos ilusiona a sus seguidores recordando el tenis memorable que le encumbró, y que desde 2003 sólo ofrece con cuentagotas.