Maracana-1950

2 de diciembre de 2007

Tirar dos puntos


El partido de Montjuic era importante. Había que ver si el equipo reaccionaba o si persistía en la fragilidad mostrada lejos del Camp Nou en los últimos meses. Era lógico pensar en un arranque fuerte, y así fue. La defensa, posiblemente la más sólida que puede poner en liza Rijkaard (Abidal, Márquez, Milito y Puyol) no pasaba apuros, el centro del campo presionaba bien y movía la pelota con fluidez, y arriba Bojan y Messi desbordaban. En una posición complicada, Gudjohnsen trataba de dar equilibrio. Pronto llegó el tanto de Iniesta, tras una acción espectacular de Lionel. El Español, desbordado, anduvo demasiado tímido. Trataba de salir de su campo, pero en los primeros cuarenta y cinco minutos los periquitos no pintaban nada en el campo. El Barcelona pudo sentenciar, con un disparo de Messi, un tirito de Xavi y una falta lanzada también por el de Tarrasa, que mandó al palo y que Bojan, que fue de más a menos, volvió a enviar a la madera.

En el descanso pensaba que el partido cambiaría con toda probabilidad, porque por un lado Valverde arengaría a los suyos lo suficiente como para que perdieran el miedo, y por otro estaba convencido de que el Barcelona no iba a mantener el ritmo. Así pasó, y la consecuencia fue que el partido pasó a jugarse en terreno visitante. Hizo muy mal el Barcelona en dar moral al rival, en esperarle, y sobre todo en perder intensidad. Así se empatan los partidos y se pierden las Ligas. Pero eso va con la idiosincrasia del club, algo indolente. Con el empate en el marcador, volvió a buscar el gol, pero entonces ya no había tanta frescura. Lo tuvo Messi, al que se le ve sobrado, pero la noche del sábado estaba cegado de cara al gol.

En medio de todo esto saltó al campo Ronaldinho, lento de movimientos, un poco ausente, al que ni siquiera hacen ya caso los árbitros cuando busca faltas al borde del área. Juraría, sin embargo, que tenía ganas de hacer algo, pero que era incapaz de conseguir nada. Fue una aparición extraña. Tan raro como ver a los dos presidentes, uno al lado del otro, sin dirigirse la palabra.

Cuando empezaba la Liga, todo hacía presagiar que le iría muy bien a los azulgranas. Los cuatro magníficos, el equilibrio conseguido en el centro del campo, una plantilla amplia y compensada que impresionaba sólo leyéndola... Todo eso se ha ido cayendo, primero con las lesiones y después con la tristeza de Ronaldinho. No consigo ponerme en la piel de estos jugadores brasileños, que teniéndolo todo, de repente pierden la ilusión por jugar. Aunque el tropiezo del sábado no es directamente aplicable al astro carioca, es indudable que el Barcelona está pagando muy caro no haberlo vendido a tiempo.