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Por último, se habla de Ayala por Helguera. Eso si que sería un exitazo. Ayala siempre ha dado la impresión de ser un amor imposible para el Real Madrid. A mi me parece un central como la copa de un pino, un jugador de los que merece que se haga un esfuerzo grande por él. Si el Valencia da el visto bueno, su presidente Soler dará otro ejemplo de mala operación, después de pagar lo impagable por Joaquín. Las carcajadas de Lopera aún se oyen en los alrededores de Sevilla, e incluso en Albacete. Lo peor es que cuando se dio cuenta de que la oferta era irrechazable encima trató de amargarle al jugador antes de dejarle marchar.
Malas noticias, están volviendo muchos jugadores nacionales a la Liga española sin haber triunfado en el extranjero. Del Horno, Reyes, Morientes… Aquí están mucho más protegidos, y fuera parece que no son capaces de responder a lo que se espera de ellos. Da la impresión de que los equipos en los que han estado no les van a echar de menos. Es un mal síntoma. Esto debilitará a la selección si cabe más aún.
El otro día vi la final de la Supercopa europea. Siempre me ha dado la sensación de que el Barcelona acude a ese tipo de citas con un optimismo desmedido, y que luego las finales a un partido no las juega bien. Recuerdo los días anteriores a la famosa final de Sevilla con el Steaua, parecía que ya había ganado, o la euforia anterior al 4-0 que le endosó el Milán. Ni siquiera a la Sampdoria se la ganó con un poco de suficiencia, siendo muchísimo más equipo. Contra el Arsenal venció por varios motivos, pero en ningún caso hizo un gran partido. Remontó a última hora a un rival con diez jugadores totalmente encerrado atrás. Es verdad que debieron pitarle un penalti a favor en el primer tiempo, pero me quedé con la sensación de que sin ese golpe de suerte final ahora seguiríamos hablando de urgencias históricas. Sólo con que Henry hubiese estado acertado habrían vencido los ingleses.
Antes del partido se habla siempre de un súper equipo, de un Barcelona que arrasa, y luego finalmente parece que les tiemblan las piernas. Me hace recordar un poco a la selección española.
Eso por no hablar del Barcelona de baloncesto, a quien le vi perder una final hace unos veinticinco años contra el Banco de Roma, y luego muchas más, contra Yugoplástica, Olimpiakos, Panathinaikos, y quien se pusiera delante.
Por último, me imagino que el avión con Cesc, Robben y Kaká estará a punto de aterrizar en Madrid.